Last Call (Fracois Clousot, 2008)

No había vuelto a ver ninguna película de Clousot desde la decepcionante "Time after Time". Y qué sorpresa (y pavor) cuando en los títulos de crédito iniciales de "Last Call" veo que Clousot firma el espectáculo. Sin embargo, Clousot me ha sorprendido muy gratamente con este estupendo thriller y se ha enmendado su fracaso temporal. Y es que Clousot (siempre fantástico en su labor como director de fotografía) realiza un buen trabajo tras la cámara y dirigiendo el espectáculo gracias a su talento y a una pieza crucial en el filme: un buen guión de manos de Melissa Monet, veterana actriz X y artífice de guiones como el de "Killer Sex & Suicide Blonde", del genial Michael Raven.


Scott vive la noche más larga, surrealista y dura de su vida cuando un ligue de una noche con el que se acaba de acostar le roba la cartera, el móvil y el coche. Al salir en su búsqueda empezará su pesadilla, un juego perverso del que no podrá salir.


Sin duda, Monet tiene gran parte del mérito aquí. Sin ser nada demasiado complicado ni difícil de seguir, Monet consigue un argumento lo suficientemente interesante para tenerte expectante hasta el final y lo adorna con cinco buenas escenas de sexo diseñadas, fotografiadas y dirigidas por Francois Clousot, que aporta su toque artístico al proyecto.


Inspirada en "Jo, qué noche" ("After Hours", 1985), de Martin Scorsese, los hechos que le acontencen al protagonista no son del todo verosímiles, pero encajan a la perfección en este thriller erótico con ligeros toques de comedia. Una chiflada que le intenta vender un cepillo de dientes a las tantas de la madrugada; un par de dependientas locas que le avasallan sexualmente a uno y otro lado del teléfono; dos matones que le pegan una paliza; dos viciosas en un ascensor y una fiesta sexual con monjes satánicos orando. Aún con todo esto, Monet consigue una fantástica cohesión entre las secuencias y maneja con la precisión de un marionetista el personaje de Armstrong, que asiste a todo impávido e incrédulo hasta que llega su turno para contraatacar.


Como viene siendo habitual en Wicked Pictures, son cinco las escenas sexuales que amenizan la cinta. Brad Armstrong se lleva dos y comparte la tercera. Para empezar, se lo hace con Kaylani Lei en su cuarto. Más tarde se deja avasallar por Mikayla Méndez en la trastienda y finalmete recibe una buena sesión de sexo oral por parte de Mikayla y Alektra Blue. Previamente y durante el doble oral de Armstrong, tenemos una artística escena con Randy Spears y Kaylani. La cuarta escena es para la siempre genial Tory Black y Eric Masterson, y la quinta escena la protagonizan dos chicas de excepción, Bridgett B. y Tanya James, en un lésbico muy suave pero bello y sensual.


Hay que destacar la interpretación y el divertido y alocado personaje de la ecantadora Tory Black, de lo mejor de la película, así como los trabajos interpretativos de Kaylani y Armstrong, sin duda la pareja de actores que llevan el peso de la película. El trabajo de fotografía es fantástico, como se podía esperar de Clousot, y la escenografía, aunque parca, es acertada y se ve compensada y potenciada por un buen número de secuencias nocturnas en exteriores, algo muy de agradecer en los filmes del género.


Así, Clousot logra hacernos olvidar algunos de sus fracasos anteriores como director y nos brinda un buen thriller gracias a su talento y a un guión más que eficaz firmado por Melissa Monet. Esperemos que Monet y Clousot continúen trabajando juntos.

Lo mejor: el guión y el personaje de Tory Black

Lo peor: que se hace corta


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